La gigantesca escultura de una niña que invita al silencio a orillas del Hudson en Nueva Jersey es la primera de las tres obras que el artista barcelonés inaugurará en un mes en Estados Unidos
El País / Jaume Plensa / Octubre 23, 2021 / Fuente externa / OCA|News
POR: MARÍA ANTONIA SÁNCHEZ-VALLEJO
Tras el largo invierno de la pandemia, el otoño que se abre ante Jaume Plensa (Barcelona, 66 años) no puede ser más esplendoroso. En poco más de un mes, el artista inaugurará una escultura gigante en un nuevo paseo fluvial de Nueva Jersey; una exposición en una galería de Nueva York con obra creada durante el confinamiento, y un enorme relieve que servirá de entrada a un parque-museo de Grand Rapids (Míchigan). De todas esas obras, la niña mimada bien podría ser Carlota, el retrato de 24 metros de altura que desde este jueves inspirará sosiego en una antigua dársena de Newport (Nueva Jersey), justo enfrente de Manhattan.
“La pieza ha generado el lugar, y eso es muy importante”, cuenta Plensa sobre el emplazamiento de su última criatura.
La instalación se llama El alma del agua y es bien visible tanto desde la megalópolis como desde el nuevo polo de desarrollo urbanístico donde se alza, en un Estado, el de Nueva Jersey, maltratado y necesitado de belleza. Fue un encargo, hace tres años, del grupo inmobiliario que ha urbanizado una franja antes degradada del litoral del río Hudson. “Aquí antaño llegaban las mercancías; estamos en el continente, no como en Manhattan, que es una isla. Y El alma del agua, además de un modo de honrar al agua como hacían las tribus antiguas, es una forma muy radical de introducir belleza en el día a día de la gente. Porque la belleza transforma, es un arma cargada de futuro”, dice el artista, parafraseando el verso de Gabriel Celaya.
De las dificultades técnicas que rodearon la génesis y el montaje de la obra, cabe hacerse una idea si se tiene en cuenta que las piezas de Carlota llegaron a Nueva Jersey en 23 contenedores, cada uno de 12 metros de largo. “He trabajado con ingenieros de Barcelona, Nueva York y Nueva Jersey, fabricarlo ha sido tecnológicamente un proceso muy trabajoso, y la pandemia lo complicó”. Pero los sinsabores ya forman parte del pasado ante la emoción de verla nacer, ya patrimonio de todos, a la vera del río.
“Quería rendir homenaje al agua, invitar a escuchar su sonido, porque siempre miramos al horizonte, al cielo, pero ignoramos la profundidad del agua”, explicaba a este diario el martes Plensa, ganador del Premio Nacional de Artes Plásticas en 2012, junto a la escultura, que reproduce el rostro de una niña real, llamada Carlota, cuya imagen escaneó y forjó en resina, fibra de vidrio y polvo de mármol, y a la que ha retratado con el dedo índice en los labios, como pidiendo silencio. “No está mandando callar a Manhattan, sino invitando al sosiego. Generar quietud para desarrollar nuestras ideas”, apunta el creador, gran defensor del silencio. Gracias al óxido de calcio que la recubre, “el más neutro de los colores”, Carlota absorbe todas las luces y las sombras del cielo y los reflejos de este en el Hudson, devolviendolos con una potencia nueva.
Especie de “mascarón de proa”, Carlota es, como otras obras suyas ―como Julia, instalada en la madrileña plaza de Colón―, “una invitación a mirar, a estar, a encontrarse; creo mucho en la reflexión”. “Siempre he intentado que la escultura cree un lugar, y sobre todo en un espacio público como este, nuevo. El arte es una excusa para generar una expectativa. En este caso, la pieza ha generado el lugar”, subraya, recurriendo a un ejemplo esclarecedor sobre la capacidad demiúrgica del arte. “El arte es claramente arte en una galería como la Lelong [de Nueva York, donde expondrá su obra], porque los visitantes, coleccionistas, estudiantes, aficionados, saben que lo es… Pero en un espacio público como este has de empezar por definir el contexto, por eso digo que Carlota ha generado el lugar. Es como lanzar un mensaje en una botella”, dice Plensa, que habla con imágenes llenas de poesía, un género al que es muy aficionado.
La exposición que inaugurará el próximo 29 de octubre en la galería neoyorquina también se vio entorpecida por la pandemia. “Afortunadamente pude seguir trabajando durante el confinamiento, y ahora me siento aún más satisfecho de estar aquí, es mucho más emocionante, pero el proyecto inicial de la muestra también fue pospuesto y por eso ahora puedo presentar obra nueva, más intimista y personal”, salida de un acontecimiento “para el que no estábamos preparados”, la pandemia. La diferencia entre El alma del agua y Nest, el título de la muestra en la galería, estriba, vuelve a recordar Plensa, en el espacio que las acoge: “En un museo o galería mi trabajo es asunto mío, soy yo como individuo; eso permite ir un poquito más lejos en tus planteamientos”. En torno a El alma del agua, en cambio, todo está abierto a la interpretación y al diálogo, como la interlocución que establece con el entorno ―también con la opuesta fachada neoyorquina― y con sus habitantes. “En un espacio público estoy en la casa de otros”, recalca.
Este otoño Plensa atesora alegrías. A finales de septiembre inauguró en Londres WE, una instalación de una figura humana como un juego de espejos, que será obra permanente en un dinámico distrito londinense. En noviembre será el turno de Utopía, la mayor obra para interiores creada por Plensa, un enorme relieve de mármol blanco, “de 26 metros por 26″, que servirá de vestíbulo al centro de visitantes del Parque Frederik Meijer, una colección de esculturas al aire libre en la localidad de Grand Rapids. “Estados Unidos me ha acogido siempre muy bien”, subraya. Un Plensa un poco animista, “como las tribus que honraban el alma del agua”, se despide de su criatura, porque “ahora necesita asentarse, después de un arduo proceso de creación. Y fluir, como el agua, porque todo fluye”. Heráclito y el espíritu de los viejos indígenas, convidados a celebrar el agua y sus sonidos.
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Jaume Plensa plants his new work in front of Manhattan: "Beauty is a weapon loaded with the future"
The gigantic sculpture of a girl who invites silence on the banks of the Hudson in New Jersey is the first of three works that the Barcelona artist will inaugurate in a month in the United States
El País / Jaume Plensa / October 23, 2021 / External source / OCA | News
BY: MARÍA ANTONIA SÁNCHEZ-VALLEJO
After the long winter of the pandemic, the autumn that opens before Jaume Plensa (Barcelona, 66 years old) could not be more splendid. In just over a month, the artist will unveil a giant sculpture on a new New Jersey riverwalk; an exhibition in a gallery in New York with work created during confinement, and a huge relief that will serve as the entrance to a park-museum in Grand Rapids (Michigan). Of all these works, the spoiled girl could well be Carlota, the 24-meter-high portrait that from this Thursday will inspire calm in an old dock in Newport (New Jersey), just in front of Manhattan.
"The piece has generated the place, and that is very important," says Plensa about the location of his last creature.
The installation is called The soul of water and it is well visible both from the megalopolis and from the new urban development pole where, in one state, New Jersey stands, battered and in need of beauty. It was commissioned three years ago by the real estate group that has developed a previously degraded stretch of the Hudson River shoreline. “Goods used to arrive here in the past; we are on the mainland, not like Manhattan, which is an island. And The Soul of Water, in addition to a way of honoring water as the ancient tribes did, is a very radical way of introducing beauty into people's daily lives. Because beauty transforms, it is a weapon loaded with the future ”, says the artist, paraphrasing the verse by Gabriel Celaya.
Of the technical difficulties that surrounded the genesis and the assembly of the work, it is possible to get an idea if one takes into account that Carlota's pieces arrived in New Jersey in 23 containers, each 12 meters long. "I have worked with engineers from Barcelona, New York and New Jersey, manufacturing it has been technologically a very laborious process, and the pandemic complicated it." But the troubles are already part of the past in the face of the emotion of seeing her being born, already a patrimony of all, on the banks of the river.
"I wanted to pay tribute to water, invite us to listen to its sound, because we always look to the horizon, to the sky, but we ignore the depth of the water," Plensa, winner of the National Prize for Plastic Arts in 2012, explained to this newspaper on Tuesday, together with the sculpture, which reproduces the face of a real girl, named Carlota, whose image he scanned and forged in resin, fiberglass and marble dust, and which he has portrayed with his index finger on his lips, as if asking for silence. “He is not shutting up Manhattan, but inviting quiet. Generate stillness to develop our ideas ”, points out the creator, a great defender of silence. Thanks to the calcium oxide that covers it, "the most neutral of colors", Carlota absorbs all the lights and shadows of the sky and its reflections on the Hudson, returning them with a new power.
A kind of “figurehead”, Carlota is, like other works of hers ―like Julia, installed in Madrid's Plaza de Colón―, “an invitation to look, to be, to meet; I believe a lot in reflection ”. “I have always tried to make sculpture create a new place, and especially in a public space like this one. Art is an excuse to generate an expectation. In this case, the piece has generated the place ”, he emphasizes, turning to an illuminating example of the demiurgic capacity of art. "Art is clearly art in a gallery like Lelong [in New York, where he will exhibit his work], because visitors, collectors, students, fans, know what it is ... But in a public space like this you have to start by defining the context, that's why I say that Carlota has generated the place. It's like throwing a message in a bottle, ”says Plensa, who speaks with images full of poetry, a genre he is very fond of.
The exhibition that will open on October 29 at the New York gallery was also hampered by the pandemic. "Fortunately I was able to continue working during confinement, and now I feel even more satisfied to be here, it is much more exciting, but the initial project of the exhibition was also postponed and that is why now I can present new, more intimate and personal work", departure from an event “for which we were not prepared”, the pandemic. The difference between El alma del agua and Nest, the title of the exhibition in the gallery, lies, Plensa recalls, in the space that welcomes them: “In a museum or gallery my work is my business, it is me who as an individual; that allows you to go a little further in your approaches ”. On the other hand, around El alma del agua, everything is open to interpretation and dialogue, such as the dialogue it establishes with the environment - also with the opposite New York façade - and with its inhabitants. "In a public space I am in the house of others," she emphasizes.
This autumn Plensa treasures alegrías. At the end of September she inaugurated WE, an installation of a human figure as a set of mirrors, in London, which will be a permanent work in a dynamic London borough. In November it will be the turn of Utopia, the largest work for interiors created by Plensa, a huge white marble relief, "measuring 26 meters by 26", which will serve as the lobby of the visitor center of the Frederik Meijer Park, a collection of sculptures at the outdoors in the town of Grand Rapids. "The United States has always welcomed me very well," she emphasizes. A somewhat animistic Plensa, “like the tribes that honored the soul of the water”, bids farewell to his creature, because he “now he needs to settle down, after an arduous process of creation. And flow, like water, because everything flows ”. Heraclitus and the spirit of the old Indians, invited to celebrate the water and its sounds.
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